Los gringos dicen que cuando votan por un demócrata es porque quieren una madre (que los reconforte), y cuando votan por un republicano es porque quieren un padre (que los proteja). Desconozco de qué tengan ganas este noviembre, pero no puedo evitar pensar que los pueblos al sur del Río Grande rara vez claman por una madre. Es una región con muy poca madre.
Nuestros electorados se la pasan anhelando liderazgos fuertes, pongamos la Argentina, tiene una mujer Presidenta, pero sólo porque ha demostrado que es capaz de ser tan viril como Carlitos Tevez. Ojalá eso cambie algún día (el deseo de lo autoritario, no la virilidad que tan bien le sienta a mi tocaya), pero por lo pronto ustedes y yo nos encontramos ante una paradoja, tenemos que enfrentarnos a las instituciones vigentes para generar institucionalidad futura
Dada esta devoción popular por el autoritarismo, los y las que queremos un sistema político que tienda a la institucionalidad y no a los caudillismos, solemos combatir al tirano y de relancina combatimos el cambio porque pensamos que defender la institucionalidad vigente es el menor de dos males.
Talvez no nos equivocamos antes, pero este es un punto de inflexión, debemos superar la paradoja y concluir que, a la hora de edificar los cimientos de instituciones sólidas, la exclusión e inequidad son detalles que no son menores.
Es lo que hemos venido haciendo, hemos transigido con una democracia legitimada al andar y un estilo más autoritario de lo que quisiéramos en el entendido de que de este proceso de relevo surgirá la imbricación social y apropiación del estado indispensables para una institucionalidad digna de ese nombre.
En un mundo ideal yo hubiera preferido un presidente como Alberto Acosta, pero este no es un mundo ideal y el Rafa fue lo que tocó, no es casualidad, el Beto talvez no hubiera sobrevivido en la Presidencia, porque le falta la capacidad para imponerse que le sobra al Rafa (y al Corcho), pero la oposición al autoritarismo no debe cegarnos, debemos superar este inmovilismo sátrapa.
No votar “sí” es masturbarse, así no se engendra nada. Este domingo hay una oportunidad, irrepetible en esta generación, de pillarle al cambio, ese esquivo cuento de nunca empezar. El 28 la insondable pregunta de si fue primero el huevo o la gallina encuentra por fin su único desenlace posible: ¡Los huevos!
martes, 23 de septiembre de 2008
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3 comentarios:
¿El huevo o la gallina? Los huevos, hee, hee
Me convenciste flaca
no, pues, cristi, no le haga el feo a las pajitas...los que no van al sí andan amargados, nada más lejano que un pajero o pajera que se precie.
La paja es estéril en ese sentido la asemejé al no y similares. De ahí por supuesto que un(a) pajer@ que se precie de serlo no anda amargado como los negativos, yo me juego por la paja siempre, es más higiénica, segura y no depende del humor o reacción de los potenciales compañeros.
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